M

Sunday, September 9th, 2012

M. me llamó hace un rato y dijo que se había enamorado de un Borgia* (a mi parecer, el tipo tiene un aire a Adrian Grenier). Justo me encontraba leyendo “Lo que el viento se llevó”, libro que empecé ayer en la madrugada porque me dio un ataque de nervios al escuchar uno de esos binaural beats. Me olvidé de apagar el estéreo y lo dejé corriendo toda la noche, pero cuando empezaron los zumbidos no pude continuar durmiendo: además de perturbarme el sueño, me ¿hicieron? soñar que estaba en una villa rusa, observando desde la ventana a varias personas que habían cruzado un camino de piedras en el río y descansaban en la otra orilla. Yo quería ir con ellos, pero no se me permitía (o no podía) salir de la habitación (que, curiosamente, tenía un parecido a las de mi casa). Después de un rato, alguien nos dijo (aparecieron un par de jóvenes) que nosotros no podíamos cruzar porque estábamos encerrados en nuestras cabezas, razón por la que nos regresaron a nuestros “tiempos y espacios” originales (me encontraba en la Rusia del siglo XIX, sospecho). Me desperté intranquila, quería regresar a la villa porque había dejado algo o a alguien, sentí una añoranza inexplicable por razones que ni siquiera ahora puedo entender… La cosa es que no pude volver a conciliar el sueño, así que prendí una luz y me puse a leer en la cama, junto al gato. Cuando llegué a la parte en que Scarlett O’Hara maquina su plan para “huir” con Ashley Wilkes, sonó el celular y M. me contó lo que le había sucedido la madrugada anterior.

Los sueños de M. suelen cumplirse, sus corazonadas raras veces se equivocan y cada vez que ella piensa en algo, ese “algo” (ya sea algún suceso o alguien) se le acerca.

* Desde que vimos un capítulo de la serie, nos quedamos prendadas con la trama. Después de un tiempo, conseguí una película de Xavier Dolan en la que aparecía el famoso Cesare, cosa que nos pareció completamente surrealista por motivos que no encuentro pertinente mencionar aquí y ahora.

Macabra macabra la pata de cabra