Archive for the ‘frag’ Category

Fragmentos de una carta de Alban a Teobaldo

Monday, April 21st, 2014

»Ottmar es uno de estos hombres que, sin carecer de juicio y de razón, y hasta dotado de una viveza entusiasta, abraza con facilidad todo lo que se le presenta de nuevo en el dominio de la ciencia; pero a eso se limitan sus pretensiones, y únicamente adquiere un conocimiento superficial de las cosas, satisfecho de su fuerza interior. Son hombres dotados de inteligencia pero que no profundizan.

»Como ya te he dicho, Ottmar me es muy adicto, y yo, viendo en él al corifeo de una clase de jóvenes sumamente numerosa, sobre todo hoy día, me complazco en divertirme a su costa. Entra en mi habitación con la misma veneración que si fuese el santuario secreto e inaccesible del templo de Sais, y, como es un discípulo dócil y sumiso, he creído conveniente confiarle algunos juguetes inocentes, que él muestra triunfante a los otros chicos, presumiendo de los favores del maestro. Cuando hube cedido a sus ruegos, acompañándole a las posesiones de su padre, vi en el barón a un hombre caprichoso, acompañado de un viejo pintor humorista y excéntrico, que algunas veces hacía de bufón moralizador y sentimental.

»No recuerdo lo que te dije antes acerca de la impresión que me produjo María, pero en este momento conozco que me sería difícil definirte lo que siento, de tal modo que puedas comprenderme bien… En realidad, ya me conoces y sabes que mis ideas y acciones tienen una tendencia espiritual, que siempre ha sido incomprensible para el vulgo […] Únicamente el descubrimiento instantáneo de una secreta relación espiritual entre mí y María fue lo que me penetró de una sensación verdaderamente extraordinaria. Al mayor placer se junta el irritante aguijón de una rabia secreta nacida de la resistencia que encuentro en María… una fuerza extraña y enemiga retenía su espíritu cautivo y contrariaba mi influencia. Con toda la fuerza de concentración de mi espíritu logré conocer a mi enemigo y entonces me dediqué en una lucha obstinada a reunir en mí, como en un brillante espejo, todos los rayos que brotaban del alma de María.

»El viejo pintor me observaba más que los demás, y parecía adivinar el efecto producido en mí por la joven. Quizá fueron mis miradas las que me traicionaron, pues el cuerpo manda sobre el espíritu de tal modo que el menor de sus movimientos, oscilando entre sus nervios, obra hacia el exterior y modifica las facciones del rostro, al menos la mirada de nuestros ojos. Me divirtió mucho que considerase la cosa de un modo tan trivial; hablaba siempre en mi presencia del conde Hipólito, el prometido de María, y desplegaba delante de mí el variado programa de todas sus virtudes, todo lo cual me incitaba a risa, en mi interior, al ver los afectos dignos de compasión que los hombres abrazan con una pasión tan tonta y pueril; al mismo tiempo me regocijaba conocer esas uniones tan profundas que produce la Naturaleza y poseer poder tan grande para vivificarlas y fecundarlas… Absorber el espíritu de María en mí mismo, toda su existencia, asimilar todo su ser en el mío, de modo que el rompimiento de este íntimo enlace debiese causar su propia aniquilación, tal era la idea de que procurándome una felicidad suprema, al mismo tiempo satisfacía los deseos de la Naturaleza.

[…] Desde entonces, a pesar de que, como bien sabes, me volví a alejar de las posesiones del barón, permanezco espiritualmente junto a María, y en cuanto a los medios de que me sirvo para acercarme a ella materialmente en secreto, a fin de obrar más eficazmente sobre su voluntad, prefiero no decírtelos, pues son detalles que te parecerían mezquinos, no obstante servir para alcanzar el objetivo propuesto.

»Muy pronto, María cayó en un estado fantástico que Ottmar debió considerar naturalmente como una enfermedad nerviosa, y, así como yo lo había previsto, volví a la casa en calidad de médico.

»María reconoció en mí al mismo que frecuentemente se le había aparecido en sueños, como su soberano en todo el brillo del poder, y lo que hasta entonces había presentido oscuramente, lo vio con los ojos del espíritu con toda claridad. Sólo necesité mi mirada y mi firme voluntad para ponerla en el estado de sonambulismo, que no era otra cosa que sacarla de sí misma y transportar su vida a la esfera superior del dueño. Mi espíritu la acogió y le imprimió el movimiento necesario para huir de la prisión material que la retenía cautiva. Sólo en esta absoluta dependencia de mí pudo María continuar viviendo y permanecer feliz y tranquila… La imagen de Hipólito ya no existe para ella, sino en débiles perfiles, que pronto se desvanecerán ellos mismos como el humo.

»El barón y el viejo pintor me miran con miradas de enemistad, pero es formidable la fuerza de que me ha dotado la Naturaleza. Un extraño sentimiento les obliga a reconocerme como maestro, aun odiándome. Ya sabes de qué rara manera conquisté el tesoro de los conocimientos secretos. Jamás has querido leer este libro, y sin embargo habrías quedado sorprendido de ver en él aclaradas, mucho mejor que en cualquier tratado de física, las raras propiedades de algunas fuerzas de la Naturaleza, y los magníficos resultados de su empleo. Yo no desdeño preparar con cuidado ciertas cosas que podrían llamarse engaño, para que el vulgo se admire y se asuste de lo que mira, con razón, como sobrenatural, ya que el conocimiento de las verdaderas causas destruye solamente la sorpresa mas no el fenómeno…

E.T.A Hoffmann, “El Magnetizador” (Fragmento)

Impresiones de Anraí a través del espacio-tiempo 3

Wednesday, May 1st, 2013
No hay nada malo en estrechar una mano cadavérica, fría y carente de vida. A mi parecer es antiestético, pero no cae en la burda caracterización de una belleza mortuoria que bifurca la relatividad de un par de ideales viejos, gastados y estériles. No tendría ningún problema si se tirara del noveno piso, del quincuagésimo, si se mutilara una oreja y jugara a ser Van Gogh, si le colgara una uva plateada de la otra oreja, si sus ojos fueran verdes, azules, morados, negros o rojos; no habría ningún problema con cualquier inmundicia que hiciera. El problema está cuando atenta directamente contra su belleza y consume no sólo su raciocinio sino también su indiferencia en el mundanal vacío de la realidad.
Es factible, nadie lo niega: una mera cuestión de apreciación personal. Está en silencio. Se va descomponiendo. Retrata lo grotesco, no hay nada más satisfactorio que reír sobre el cadáver de lo inconcluso. No tiene brillo en los ojos, se está autoflagelando y ya no hay reflejos dorados que se eleven al cielo.
Reír en vez de gritar es efectivo: transforma la atmósfera de ensueño en una cámara húmeda y negra. Nada es absoluto, nada va a permanecer invicto ni derrotado por siempre. Mañana se alzarán los dioses y rogarán para ser animales. Mientras tanto, puedes seguir en el camino de la autofagia, de los delirios humeantes cual calderos medievales. Si la vida vale la libertad, matémonos todos.
*Escrito en diciembre del 2009, en plena metamorfosis anraiesca

Impresiones de Anraí a través del espacio-tiempo 2

Sunday, April 28th, 2013
¿Cómo está? No lo sé. Todos llevábamos tiempo ingiriendo indiferencia como quien busca un aborto rápido y sencillo, impoluto, extraoficial. Sé que también odiaba a Tom Delonge y toda su locura provenía de un pragmatismo escueto y satírico en donde los muertos eran meros instrumentos de diversión y desidia. Virtuosos a sueldo. Reía con crueldad y despreocupación, señalando distintos medios posibles mediantes los cuales se podía distorcionar una realidad lineal impuesta a los sucios triórbicos. ¿Por qué tres, le pregunté? Es un número impar. Maldición, comprendía e interpretaba ágil, sutil y despiadadamente sus metáforas, pero creo que nunca se dio cuenta. No me importaba en ese entonces ni me importa ahora: lo más profundo que existe es la incomprensión infundada. Cada vez que miraba, se me venían a la mente claras de huevo: multiformes, aguadas, frías, deprimentes e insustanciales. Es raro, pero no imposible ni extraordinario.
Olvidé mencionar que lo más impresionante era su capacidad de abstraer la ya mencionada indiferencia en grados anuméricos. Creo que no era así con el mundo, pero la realidad general poco me importa. Que haya cuestionado cada pequeño proceso de esclavitud es también irrelevante: se esclaviza por cuenta propia, y eso es lo más genial. No está demente, quiere estarlo (aunque es rara la facilidad que tiene para fingir espamos de imbecilidad, lo cual se traduce en una grave aceptación y simpatía que todo el mundo no dudará en admitir que posee).
Creo que Kevin Drew hizo esa metacanción pensando en un rayo de nieve, nieve blanca y apóstata. ¿Guarda parecido con la realidad? Blasfemia. Habrá que aspirarte para poder comprobar que no solo guarda relación con el color sino también con la adicción a lo bizarro. Córtenle la oreja, a ver si así se convierte en artista.
*Escrito en noviembre del 2009

Impresiones de Anraí a través del espacio-tiempo 1

Sunday, April 28th, 2013

Sentarse al lado de alguien a quien no conoce, ¿o tal vez sí? Compartir burlas acerca de lo cándido y desconocido, alternando risas y atendiendo a los símbolos calculados. No había nada más ni interesaba saberlo si es que no era cierto. Después de un par de meses todo era distinto. No hablaba y no interesaba convertir aquello en su obligación. El mutante seguía siendo geométrico y verde, verde como la más pérfida de las manifestaciones de la absolución que le fue otorgada sin ningún tipo de misericordia.

Perdonolvido.

Fueron tres. Dos no importaban, uno sí. La indulgencia había llegado, ¿qué diablos hacía con la sonrisa prestada? Estaba demente y eso le indignaba aún más que el hecho de que era, en resumidas cuentas, agradable. Nadie podía parecerle agradable: serlo equivaldría a aceptar su hipocresía con pasividad. No hay mérito en la pasividad. Nietzsche era un loco misógino sifilítico pero servía para entretener sus largas horas de meditación y soledad. (Los alemanes son simpáticos pero soberbios y atroces, demasiado enfáticos tal vez). Fue despedido sin ceremonia, tal vez con un breve sentimiento de culpa que no evolucionó ni le hizo pegarse un tiro, ni tirarse de un edificio de sesenta pisos, ni ingerir docenas de sedantes. El suicidio entonces era una opción más, como quien elige el color de las cortinas o el regalo de cumpleaños de una tía lejana e improbable: materialícese la forma de contexto(2) + imagen que se desea lograr + recomendaciones = azar.

Nunca se supo cuándo aprendió a construir una autonomía ruinosa y decadente. Le gustó ello. Quedó en cadenas, no supo cómo diablos librarse de ellas sin hacerle notar que ya no tendría por qué perdonar ningún tipo de falta suya ni absolver sus debilidades. Si pudiera retroceder el tiempo, lo más probable es que ese fatídico sábado hubiera cogido un arma blanca (problemas existenciales, diría) y disparase a los dos puntos innecesarios. Hubiera tenido un trauma, pero ya no habría sido asquerosamente agradable. Nadie tiene derecho a serlo.

 

*Escrito en diciembre del 2009

Velocirráptor

Sunday, April 28th, 2013

Velocirráptor no odia a nadie, pero me miró con unos ojos descolgados e hiperbólicos, una masa plasmática que revelaba el intento desconocido e infructuoso de gritarle improperios a los transeúntes y a cada uno de los habitantes de Pangea que viven sin pena ni gloria en el inodoro de dios.

Velocirráptor y yo no hablamos el mismo idioma porque nos separan un par de millones de años de involución. Me saca de quicio cada vez que intento interpretar un mensaje literal, cada vez que dice que tiene hambre y yo pienso “está ansioso y agresivo, habrá que sobornarlo con historias raras”, cuando de repente le empiezan a sonar las tripas y se pone a correr feliz. Definitivamente, no puedo alcanzar la rapidez de Velocirráptor. Tampoco entiendo por qué tiene necesidad de migrar durante el invierno, o las razones por las cuales corre hasta perderse de nuevo.

Mi conclusión es la siguiente: hay un par de millones de años que me separan del mundo de Velocirráptor. Como yo creo que el universo se contrae, la flecha de tiempo está invertida y, por tanto, el bípedo es una versión más escueta, simple y homogénea (aunque evolucionada) de mi humanidad. Velocirráptor no se preocupa porque sabe que nos caerá un meteorito encima, Velocirráptor corre y corre porque trata de huir de algo de lo cual es inevitable escapar.

En estos momentos, creo que Velocirráptor me está odiando y me siento triste porque es amigable, un bípedo carnívoro buena gente a quien me encanta oír hablar de la extinción en masa y esas cosas raras que nadie sabe explicar, porque todos somos humanos y yo sólo espero morir decentemente en un tsunami (o lo que sea).

La verdad es que envidio el hecho de que no me va a aplastar un meteorito.

*Escrito en marzo del 2011

Anfibio, el Inhumano

Sunday, April 28th, 2013

Anfibio es un ser híbrido, distante, hambriento, ambivalente y marcadamente territorial. Despista a sus congéneres con astucia: adopta una actitud desvalida y meditabunda que le confiere un aire de teólogo-ermitaño-asceta-escolástico preocupado por descubrir la fórmula alquímica de la virtud, fachada que le sirve para camuflar a la voraz criatura que arrulla en su interior. Su natural reserva, sumada a la incapacidad que tiene para desvincularse de su gemelo parásito imaginario, lo convierten en un trotamundos existencial que goza sin pena ni gloria el egofílico placebo de la autocomplacencia emotiva.

Anfibio ha nacido para ser apreciado a lo lejos. Si te acercas más de lo debido, no podrás evitar constatar que su inhumanidad conmueve tus fibras más sensibles, al extremo que terminarás repudiándolo con un pudor obsesivo y febril. Es necesario establecer una distancia prudente para no dejarse envolver por el veneno paralizante de su orfandad, pues el monstruo hambriento que devora sus entrañas (nada menos que su gemelo parásito imaginario, una suerte de agujero negro que absorbe su conciencia y lo deja reducido a un ser plácido y terriblemente atormentado por odiseas cotidianas) es insaciable y se nutre de su propio reflejo en los espejos rotos.

Anfibio tiene ojos de nube y el alma llena de bruma. Su vacuidad lo vuelve mezquino e infantil, caprichoso e irreverente, como solo pueden ser los seres que sueñan que duermen y viven soñando. Sufre por cosas que ni él mismo entiende y, sin embargo, está provisto de un aura magnética que le permite desdoblarse y fusionarse con el mundo que tanto desdeña.  Mientras la bruma lo despista, su corazón crece y se va convirtiendo en una masa deforme, gelatinosa, como un globo gigante y terrible. Lo más probable es que ignore que, muy en el fondo, se encuentre el altar en donde deba sacrificarse a sí mismo. Solo su muerte podrá redimirlo y elevarlo hacia planos que ahora no osaría siquiera imaginar. Si no lo hace, seguirán lloviendo sus párpados y se convertirá en una estatua bonita y agradable…pero solo a lo lejos. De cerca, las erosiones del tiempo y los huecos en la piedra mostrarán a una figura inanimada y triste, vacía.

El soliloquio de Cassandra

Wednesday, August 22nd, 2012
“No estoy loca. Ahora cualquier infeliz cree que llamarse a sí mismo “loco” implica emparen-tarse de algún modo con la prima lejana de la locura, la genialidad. Enmascaran sus experiencias más vulgares con aires de voluntariosa liberalidad, confunden las bravuconadas con valentía e hiperbolizan tanto sus sentimien-tos que terminan convirtiendo sus vidas en una parodia moldeada a semejanza del imaginario colectivo. En una sociedad que ensalza la adaptación y sumisión, limitándose a aceptar las divergencias solo si estas son sintetizadas hasta casi anularse a sí mismas, ¿cuál es el rol que desempeña quien se opone a la ambigüedad y a las generalidades corteses, eufemismos y argumentos racionales imbatibles que apelan a una objetividad casi inhumana? ¿Qué mérito tiene creerse un loco amigable que vaga en toda la magnitud de su mediocridad y que durante un segundo se convence de guardar, dormido en su interior, el espíritu del idealista que busca la trascendencia oculta en los sucesos más insignificantes? La locura es dolorosa y poco poética. La locura nos parece, a nosotros los cuerdos, exótica y bohemia porque no la vivimos en carne propia sino a través de las manifestaciones caleidoscópicas de un puñado de exiliados del mundo. La locura que ensalzan los críticos y soñadores es apenas un vapor en donde el más mezquino de los hombres observa su propio reflejo y se convence de que también puede hacer de su vida una obra de arte. La locura no es un crepúsculo en el que el hombre respira su soledad y se hace uno con la naturaleza, no es una ráfaga premonitoria que se le presenta al iluminado después de las crisis, ni mucho menos la contemplación de la luz prometida a las víctimas del martirio. El rostro de la locura no es tenebroso e imponente, sino repugnante y enfermizo; sus manifestaciones, más que terribles y destructivas, son patéticas y degenerativas; quien se atreve a contemplarla a los ojos abandona el horror a la máscara por el asco a las pústulas, y hasta el más piadoso termina lleno de remordimientos e indiferencia.
.
Sepan todos que no estoy loca, pues me sobra cordura suficiente para echarles en cara la conveniente postura que adoptan aquellos que tanto empeño tienen en utilizar en sí mismos un adjetivo al que despojan de todo tipo de connotación retorcida o peligrosa, ¡para luego pasar a utilizarlo con desprecio sobre los demás! Están dispuestos a confesar un poco de su “locura” (entendida como una serie de comportamientos erráticos, engreídos y groseros al que atribuyen un origen inexplicable, mediante el cual se excusan) pero condenan abiertamente el clamor efusivo y apasionado de los que verdaderamente creen, tachándolo de discurso extremista e irracional. La locura, considerada antaño un castigo de los dioses, se presenta ahora como la burla de los hombres”

#1 – Wilde

Thursday, August 9th, 2012

En cuanto al otro tema, la relación de la vida artística con la conducta, sin duda te parecerá extraño que lo elija. La gente apunta a la prisión de Reading y dice: «Ahí es a donde conduce la vida artística». Pues podría conducir a sitios peores. Las personas más mecánicas, para quienes la vida es una especulación astuta dependiente de un cuidadoso cálculo de medios y recursos, saben siempre a dónde van, y van. Parten del deseo de ser el sacristán de la parroquia, y, cualquiera que sea la esfera en que estén situados, consiguen ser el sacristán de la parroquia y nada más. Un hombre cuyo deseo sea ser algo aparte de sí mismo, ser Miembro del Parlamento, o tendero próspero, o abogado eminente, o juez, o cualquier bobada semejante, de todas consigue ser lo que quiere ser. Ése es su castigo. El que quiera una máscara tiene que llevarla.

Pero con las fuerzas dinámicas de la vida, y aquellos en quienes esas fuerzas dinámicas se encarnan, no sucede lo mismo. Las personas cuyo deseo es únicamente la autorrealización no saben nunca a dónde van. No lo pueden saber. En un sentido de la palabra es necesario, por supuesto, como decía el oráculo griego, conocerse a uno mismo. Ese es el primer logro del conocimiento. Pero reconocer que el alma de un hombre es incognoscible es el logro último de la Sabiduría. El misterio final es uno mismo. Cuando se ha pesado el sol en una balanza, y medido los pasos de la luna, y trazado el mapa de los siete cielos estrella por estrella, aún queda uno mismo. ¿Quién puede calcular la órbita de su propia alma? Cuando el hijo de Kis salió a buscar los asnos de su padre, no sabía que un hombre de Dios le estaba esperando con el mismísimo óleo de la co-ronación, y que su propia alma era ya el Alma de un Rey

[…]

Quizá entre en mi arte también, no menos que en mi vida, una nota aún más profunda, de mayor unidad de pasión y rectitud de impulso. No la amplitud, sino la intensidad, es el verdadero objetivo del Arte moderno. Lo que nos interesa en el Arte ya no es el tipo. Es la excepción lo que tenemos que tratar. Yo no puedo poner mis sufrimientos en la forma que hayan tomado, ni que decir tiene. El Arte no empieza sino allí donde la Imitación termina. Pero algo tiene que entrar en mi obra, de una armonía de las palabras más completa quizá, de cadencias más ricas, de efectos de color más curiosos, de orden arquitectónico más simple, de alguna cualidad estética, en fin.

[…]

El hecho es que eras, y supongo que lo seguirás siendo, el sentimentalista típico. Por que sentimentalista es sencillamente el que quiere darse el lujo de una emoción sin pagarla. La intención de respetar el bolsillo de tu madre era hermosa. La de hacerlo a costa mía era fea. Tú crees que se pueden tener emociones gratis. No se puede. Hasta las emociones más nobles y más abnegadas hay que pagarlas. Cosa extraña, por eso son nobles. La vida intelectual y emocional de la gente vulgar es una cosa muy despreciable. Así como toman prestadas las ideas de una especie de biblioteca circulante del pensamiento -el Zeitgeist de una época que no tiene alma- y las devuelven manchadas al final de la semana, así intentan siempre obtener las emociones a crédito, y se niegan a pagar la factura cuando llega. Tú deberías salir de esa concepción de la vida. En cuanto tengas que pagar por una emoción sabrás su calidad, y habrás ganado con ese conocimiento. Y recuerda que el sentimentalista siempre es un cínico en el fondo. La realidad es que el sentimentalismo no es sino un cinismo en vacaciones. Y por muy delicioso que sea el cinismo desde su lado intelectual, ahora que ha cambiado el Tonel por el Club, nunca podrá ser más que la filosofía perfecta para el hombre que no tenga alma. Tiene su valor social, y para un artista todos los modos de expresión son interesantes, pero en sí mismo es poca cosa, porque al cínico auténtico nada se le revela.